Ahora. Mientras escribo. Me sumerjo en la espesura boscosa de mis recuerdos. Los rayos de lucidez que se logran filtrar a través de las negras y tupidas ramas del olvido me hacen buscarte como animal: Olfateando entre la musgosa multitud de hojas del tiempo que ya no brillan al caer. Me muevo. Me retuerzo. Corro y brinco las barrancas por alcanzarte. Me rasguño en las duras cortezas de la realidad. Aúllo. Me caigo. Me hiero las patas, pero no me detengo, porque sé que entre la oscuridad de este bosque negro que hicimos con nuestros recuerdos, aparecerá tu figura adornada de luciérnagas donde yo veré iluminados tus tres pétalos.
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